viernes, 10 de mayo de 2013

En la tienda de pulgas


En la tienda de pulgas.

Después de ir con mi mamá a todos los centros comerciales, a comprar los estrenos navideños, días después fui al centro de la ciudad a comprar una correa de calaveras (me encanta la ropa con calaveras). Fuimos a un establecimiento, que antes, hace mucho tiempo era un centro comercial, pero que luego de dejar de abrir durante años, fue expropiado por el gobierno, y fue transformado en un mercado de pulgas.
Cuando entramos en los establecimientos, en uno de los primeros puestos, estaban las correas con un montón de hebillas. No sólo habían calaveras, también habían de muchas otras cosas. Hebillas en forma de pistola, en forma de caballo, con el símbolo de la marca Nike, e incluso una hebilla que servía de yesquero, la cual fue ofrecida por la señora que atendía. Pero cómo sólo me interesaron las correas de calaveras, me incline hacia donde estaban, y me tomo algunos minutitos decidir cuál comprar.
Ahí estaban, las correas de cuero blancas, con hebillas de calaveras… ¿cuál compro? pensaba yo. Tenía que decidir entre comprar una correa de una calavera en medio de una cruz celta (la cual sería digna de ser usada por un neo nazi) y otra con una calavera en medio de unas águilas… así que me decidí finalmente por la calavera con águilas. La señora que atendía puso la hebilla en otro cuero blanco (ya que el cuero donde estaba la hebilla había perdido su color original) y luego de que mi mamá la pagara, la puso en una bolsa para que me la llevara.
Luego fuimos a caminar alrededor de otros puestos, ya que mi mama estaba viendo si podía comprarse algo para ella. En un rato, decidimos salir del establecimiento, aunque tardamos un poco, ya que mi madre parecía no haber tenido la noción de donde estábamos, porque nos dirigimos a la misma dirección donde entramos.
En eso, de todas formas, nos quedamos allí un rato más… por que cerca de la entraba, vi un chico totalmente guapo, que vestía muy bien, con un cuerpazo, el cual se le marcaba con la ropa ajustada que tenía puesta.
Oh Shit dije en mis adentros, tratando de contener un gran suspiro, ya que le habíamos pasado por un lado. Estaba a solo unos centímetros de mí. De repente, mi madre se distrajo en otro puesto, y entonces supe que ese era mi momento para ponerme en acción.
Mientras mi mamá observaba las prendas en unos puestos, yo me acerqué un poco más al muchacho. Luego me decidí por volverle a pasarle a un lado, mientras él hablaba con una persona que supongo que atendía en los puestos. Luego de pasarle a un lado, me puse a fingir que veía un poco de ropa en otro puesto. Un tipo me dijo  A la órden  y yo solo le respondí gracias.
Me quede mirando al chico, disfrutando de la vista. Oh si… decía en mi mente. Lo miraba de arriba hacia abajo. Sus músculos, su cara de bebé, su ropa ajustada que le marcaba su cuerpo. Instantáneamente, tuve una erección.  Seguía mirándolo, mientras fingía ver prendas de ropa.
Inesperadamente, en un momento, el chico puso su vista en mí. Se dio cuenta de que lo miraba. Mierda dije esta vez, y desvié la mirada hacia a las prendas de ropa. El chico me seguía mirando, luego le hizo un gesto de ya vuelvo a alguien con la mano, y caminó hacia donde estaba yo. Simplemente me volteé y seguí mirando otras cosas. De repente sentí una cálida mano sobre mi hombro y escuché un Hey, el cual ignoré. Caminé rápidamente para salir del puesto de ropa. Volví a sentir la mano, y me volteé con precaución.
—¿Si? —dije frunciendo el ceño, haciendo como si ignorara esa escultura griega que tenía en frente.
El chico me miró con los ojos muy abiertos, de arriba a abajo.
—¿Cómo te llamas? —finalmente dijo, rompiendo el hielo.
Yo también estaba un poco sorprendido, pero traté de disimilar lo más que pude.
Le dije mi nombre, el me dijo el suyo y luego nos estrechamos las manos.
Oh si… que mano tan rica tiene dije en mis pensamientos cuando la palma de mi mano rozó junto a la de él.
—¿Y qué estás haciendo? —me preguntó, mirándome a los ojos con una sonrisa coqueta.
—Nada —dije, tratando de seguir disimulando mi mezcla de nervios y deseos —solo veo cosas por aquí, ¿y tú?
—Yo acompaño a un familiar que atiende aquí, en unos de los puestos —me dijo —¿y con quién vienes?
—Con mi mamá —le dije. Oh Mierda mi mamá dije en mi mente —debe estar por ahí, viendo unas prendas o algo…
—Uhmm— dijo, poniéndose los dedos pulgares en el bolsillo — voy a comprar una bebida ¿quieres que te brinde una?
¿Yo recibir una bebida de extraños? ¡Ni loco! Obiamente le respondí no gracias, no hace falta.
—Uhmmm—dijo otra vez, mirándome con una sonrisa, un poco apenado —Este… ¿te puedo preguntar una cosa?
—Ajá —le respondí, tratando de sonar indiferente.
Se acercó un poco, y habló bajito, casi entre susurros.
—¿Te gustan los chicos? —me preguntó.
Yo lo miré, con una expresión de sorpresa.
—¿Qué? —dije, sin saber cómo reaccionar.
—Es que te vi mirándome desde aquel puesto de ropa, y habías pasado al lado mío como dos veces.
Yo me sonrojé. Mierda, mierda lo notó dije en mis pensamientos.
—Tranquilo —me dijo esta vez, con una sonrisa para tratar de calmarme —no te de pena conmigo.
Yo aún más sonrojado, no pude ni formular una palabra. Solo me quedé mirando a ese chico guapísimo, que me sonreía, mientras yo, como una estatua, sin saber qué decir.
—¿Me das tu número de teléfono?
Yo, todavía tieso como una estatua, me esforcé un poco para sacar el teléfono de mi bolsillo y darle mi número, diciéndole Dale al fin con una sonrisa. Él me dio el suyo, y lo guardé.
Luego de que guardáramos nuestros teléfonos en el bolsillo, volvió a acercarse, para decirme otra cosa.
—Mira, atrás hay un sitio donde tendremos más privacidad… y si quieres… no se… un poco de contacto físico… —dijo, sonriéndome de forma pícara.
Miré un poco, hacia donde había dejado a mi mama, y como vi que todavía estaba concentrada en los pantalones, le dije dale pues.
Me llevó a un lugar, donde habían unas escaleras, que tenían abajo unas puertas. Él abrió una de esas puertas y entró, mientras yo lo seguía. Trancó la puerta con seguro, y se acercó a mí.
Rozó sus dedos en mi barbilla, acariciándome suavemente. Oh, sí dije, mientras con su otra mano me masajeaba la espalda. Comenzó a posar sus labios en mi cuello, mientras estaba masajeando mi pecho y mis hombros. Seguía masajeándome, mientras tenía sus labios en mi cuello, y yo me estremecía. Yo estaba débil, esas caricias me parecían tan ricas que volví a tener otra erección. Luego comenzó a apretar mis nalgas, mientras empezaba a besarme. Esa rica boca carnosa, estaba pegada a mis labios, mientras su lengua jugueteaba con la mía.
Luego de comernos a besos mutuamente, él empezó a bajar, y su labios fueron pasando lentamente por mi barbilla, luego otra vez a mi cuello, por mí pecho, por mi abdomen, y bajó mas, donde puso sus labios en mi erección. Comenzó a besarla, y a apretarla con sus manos, teniendo el pantalón puesto. Se sentía tan bien, que sencillamente, decidí desabrochar mi pantalón. Vio mi erección, dentro de los bóxer, volvió a apretarla con sus manos, y a poner su boca encima de ella. Oh sí se sentía tan rico, y me excitaba mucho ver su cabeza puesta en mi erección. Luego, metió sus manos por el lado izquierdo de los bóxer, y me jaló la verga.
La jalaba, y la jalaba mientras yo volvía a estremecerme. Oh sí que rico dije en mi mente, mientras él frotaba mi pene.
No resistí las ganas de quitarme los bóxer, así que me los bajé, y mi pene salió completamente duro y erecto. Él comenzó a acariciar mi pene, escupió un poco de saliva para lubricarlo, y siguió masturbándolo. Oh si papi, sigue jalando, sigue jalando decía en mi mente. Luego comenzó a pasarle la lengua, desde las bolas, hasta la punta. Lo lamió, lubricándolo de saliva y finalmente, lo metió en su boca. Sí, justo ahí… ¡Oh! ¡Oh! dije otra vez en mi mente, mientras se movía de arriba hacia abajo, insertando mi pene hasta la garganta. No paraba de estremecerme y gemir de placer. Puse una mano en su cabeza, acariciando su cabello, y la otra la usé para subir un poco mi franela, para masajear mi abdomen, mientras disfrutaba de esa buena mamada.
Luego subió su cara, y me robó un beso, mientras con una mano volvió a sujetar mi verga para masturbarla. ¡Ah! Así, me gusta papi… Yo masajeé sus deliciosos bíceps bien formados, que salían de las mangas de su franela, y luego metí mis manos dentro de su franela levantándola, para masajear sus pectorales y su perfecto abdomen, los cuales, él mismo me dejo lamer al pasar mis labios por encima de ellos. ¡Mmm! ¡Esto está riquísimo! Volví a decir en mi mente.
Luego yo baje sus pantalones, bajé sus bóxer y comencé a chupar su duro pene de inmediato. Está deliciosa esta verga ¡Mmmm! Escupí saliva, tal como él hizo, y empecé a masturbar su pene. Me encanta tenerla en mi mano, Oooh yeah. Me levanté, nos besamos masturbando nuestros penes, ambos, gemíamos de placer, hasta que empezamos a sentir que nos estábamos viniendo. No paramos de gemir, hasta que al fin nos corrimos en nuestras manos aun gimiendo fuertemente de placer, y luego de acabar, seguimos besándonos deliciosamente, masajeando nuestros cuerpos.
Al terminar de comernos nuestras bocas, nos limpiamos con nuestra ropa interior, y nos pusimos nuestros pantalones.
—Prometo llamarte —dijo acercándose, poniendo sus manos en mi cintura.
—Me parece bien— le respondí con una sonrisa— nos vemos luego.
Abrí la puerta, quitándole el seguro, y luego caminamos en direcciones opuestas. No sé a dónde se fue él, yo sólo seguí mi camino. Empecé a buscar a mi madre, que ya estaba comprando un pantalón en otro puesto, un poco más alejado de donde estaba hace un rato.
—Listo, vamos a ver tiendas en el bulevar —me dijo mi madre, cuándo me vio.
—Bien, vamos —le dije.
Días después, él me llamó. Noté que la primera vez que llamó la voz le sonaba un poco penosa, pero seguimos charlando por el teléfono, y luego lo invité a mi casa. Cuando vino a mi casa, nos caímos bien, hablamos de todo, y hasta terminamos jugando video juegos. ¡El que perdiera la partida, le daría una mamada al otro!
Realmente qué chico tan simpático, nos hicimos buenos amigos y hasta ahora seguimos teniendo sexo en mi cuarto.
Y así fue… lo conocí en un mercado de pulgas en el centro de la ciudad, y terminamos siendo amigos con beneficios, quien lo diría.

1 comentario:

  1. Me ha encantado.Intenso, no encuentro otra palabra. Gracias por compartir

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